
Antes de 1890 se vendían lápices de varios colores, hasta que ese año, la compañía L&C Hardmuth –de Austria- introdujo un nuevo modelo para dibujo de gran calidad que tenia varios grados de dureza, su exterior estaba pintado de color amarillo. El lápiz tuvo tanto éxito que, a partir de entonces, el color amarillo se convirtió en sinónimo de calidad, así que pronto otros productores comenzaron a fabricarlos amarillos también.